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Foto del escritorValerie Rodas

Y EN EL UBER ESTO APRENDÍ

A varios hoy les tocará caminar o tomar otra ruta y con atraso llegarán a su hogar. Algunos taxistas exigen un “fuera uber” pintado en los vidrios de sus automóviles esto mientras los conductores de Uber trabajan, y entre tanto cuento les comparto esta historia que no es cuento.

La semana pasada Iba con afán y alegría porque al llegar a mi destino obtendría un esperado objeto y según yo era lo mejor que me había pasado en la semana, pedí un uber y llegó un amable conductor, platicamos de todo un poco hasta llegar al tema familiar, me contó que su hijo menor había superado el cáncer, la historia no era la misma respecto a su hijo mayor, con la voz temblorosa me relató cómo su hijo de 15 años había fallecido en noviembre del año pasado, el destino lo había colocado en el momento incorrecto en una farmacia a la que unos sicarios llegaron a cobrar con violencia la temible “extorsión” y con varios impactos de bala observó a su hijo caer inmediatamente al suelo al lado de él. Me enseñó, nostálgico, la foto de su familia que llevaba como fondo de pantalla en su celular. Mi “ridícula” emoción se hizo pequeña, la perspectiva de ese día me había cambiado, somos tan poco agradecidos con lo que tenemos, el conductor me dijo que Uber le había sacado de la depresión porque es su terapia diaria.

Llegué a mi destino, no quise hacerlo esperar por mí porque sentía que había recibido la dosis suficiente para recapacitar sobre “mis dificultades” así que me despedí y le deseé de todo corazón una bendición.

Completé la transacción a la que iba y pedí otro uber, esta vez llegó un conductor de mayor edad, muy agradable, guatemalteco pero con acento americano, manejaba de regreso a su casa y aprovechaba para obtener ingresos extras, como es costumbre me preguntó qué música prefería escuchar y si estaba bien utilizar el A/C. Hablamos de su vida en EEUU, del clima y de tema en tema terminamos de nuevo en la familia, me contó acerca de su hijo consentido que había dejado en el extranjero, reímos por las anécdotas y le pregunté “¿y cada cuánto le habla a su hijo?” me observó por el retrovisor y con una sonrisa nerviosa me dijo “Lo mataron allá el año passdo...” se le llenaron de lágrimas los ojos y a mi casi se me sale el corazón; ¿en menos de 1 hora me topé con 2 padres de familia que perdieron a sus hijos? una lección de vida no podía ser más clara para mi. Me contó los detalles y muy sereno me dijo que eran retos de vida que le había dado Dios, le conté de la experiencia de hacía menos de una hora con el anterior conductor, estaba justo por bajarme, le deseé todo lo mejor y me despedí de él.

Al contarle esto a un amigo me dijo: “...sólo porque sos vos quien me lo está contando te creo que esto pasó...” y si, pareciera increíble pero fue la manera en la que la vida me recordó respecto a prioridades y valorización...

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