top of page
Inicio: Blog2
Foto del escritorValerie Rodas

DON SATURNINO Y SUS CABRAS


El sol comienza a ocultarse sobre la Sexta Avenida de la zona 1 capitalina, las ventas callejeras guardan su mercadería y anuncian las últimas ofertas del día, voy caminando a la altura de la 18 calle y pasa a mi lado un señor con dos cabras, parece llevar prisa y grita “...a dos cincuenta aproveche...”. Inmediatamente doy pasos más grandes para alcanzarlo y tratar de entablar una conversación con él respecto a sus cabras, tengo suerte y una pareja lo detiene mostrando interés en negociar, espero mi turno y comienzo a saciar mis dudas por cultura general y por supuesto para compartirlas en la web, llega mi turno y doy inicio a la conversación, su nombre es Saturnino, tiene 55 años, vende cabras y sus derivados desde los 13 años de edad, vive en la zona 5 capitalina y en sus palabras su recorrido no se limita a la zona 1, me indica que camina junto a sus cabras “...toda la Avenida Reforma, San Pedrito, Avenida Bolívar, eh, Mercado, Plaza Barrios y el Ministerio Público, todos los días…” y vende cada cabra por Q250 y el vaso de leche a Q5. Le pregunto qué uso le puedo dar a una cabra y con toda la experiencia de los años me responde con toda seguridad: “...le sirve para una niña deprimida que no quiere estudiar, que no quiere salir del cuarto, este animalito le sirve como si fuera terapeuta verdad, para que le levante el ánimo…” me asombro con la respuesta pues era algo que yo desconocía, continúo la investigación y le indago respecto a los cuidados y alimentos que necesita una cabra pues hasta el momento no he tenido una, con la misma seguridad y una mirada tímida aclara mis dudas: “Ellas le comen monte, ya más grande les puede dar concentrado o afrecho… ellas le viven 15 años…pueden estar en la casa, media vez les tenga su agua de masa y su monte no hay problema… agua de masa con azúcar y sal y un puñito de cal, para que ellas tengan más ambiente y estén más juguetonas...”. Me imagino en ese momento a una de las cabritas esperando por mí, en casa, al final del día, la idea me resulta simpática pero descabellada tomando en cuenta que no será fácil conseguir monte y afrecho, vuelvo a la realidad y una de las cabras está mordisqueando mi ropa, admito que el sentimiento inmediato fue temor pero a los segundos la ternura fue inevitable, simultáneamente, Saturnino me asegura: “...se venden, la gente se enamora de ellas…”.


Mientras hablamos, la gente se detiene curiosa a escucharnos y saludar a las cabras, el ambiente está cargado de sonidos cotidianos como los anuncios de los vendedores, los silbatos de la PMT, las bocinas de los autos y a ello se suman los balidos de las cabras; le pregunto a una señora, que las acaricia mientras pregunta el precio, qué uso les daría si las compra, a lo que responde: “Para tenerla en mi patio que me encantan los animales…”. Otro interesado que se acerca, comenta a los demás: “...están baratas las cabritas, a mil las estaban dando allá, a mil cada una...” le pedí que me explicara el motivo de su compra y me indica: “...que crezcan y tenerlas como mascota, usaría la leche para mi consumo…” aprovechando la respuesta, pido a Saturnino que me instruya sobre los beneficios de la leche de cabra quien sin dudar los enumera para mí: “...como le digo, eso es buena para la vista, para la artritis, para el dolor muscular, para las niñas que tengan anemia, bronquitis, para el asma y todo eso, no importa la edad que tengan…”


Antes de dejar ir a Saturnino, le pido permiso para tomarle una foto y con gusto accede, me cuenta que a él ya le han entrevistado antes y que todo el material se fue para Canadá. Me despido de él estrechando su mano y agradezco su tiempo, él sigue su camino con sus cabras en dirección a Plaza Barrios, la gente lo detiene cada momento y él intenta generar una venta y así subsistir cada día. Al llegar a casa “Googlie” los beneficios de las cabras y de su leche, según varios sitios web, Saturnino tiene razón.



Foto: Valerie Rodas



Commenti


Inicio: Bienvenidos
bottom of page