AVE INDIANA QUE VIVE ¿EN?
- Valerie Rodas
- 12 mar
- 5 Min. de lectura
Para escribir este relato, esperé dos meses posteriormente a la entrevista inicial. Quise conocer ese lugar tan especial que Edna me describió, y aunque comprendí todo luego de mi visita, la experiencia va más allá de lo que mis letras pueden contar.
Todo comenzó en el minuto 21 de un documental respecto a la belleza de Guatemala. La pasión de esta guatemalteca por nuestra ave nacional me conmovió y me hizo reflexionar sobre lo poco que sabía del fascinante, quetzal. Mi televisor me obligó a contactarla.
Edna Álvarez creció en la ciudad de Guatemala en un sector boscoso, pero ese no fue su único acercamiento con la naturaleza. Su abuelo y su padre le permitieron ver la vida a través de la biodiversidad de esta patria con repetidas visitas a la finca familiar en Purulhá, Baja Verapáz.
Ranchitos del Quetzal vio por primera vez la luz por la visión de su abuelo, Julio Álvarez Ponce (+) quien transmitió su pasión por la conservación de la flora y fauna a su hijo, Julio Álvarez Arrué (+), padre de Edna. La familia Álvarez construyó, hace más de cuatro décadas, una reserva natural con dos pequeños ranchos en un espacio ubicado en el extraordinario e imponente bosque nuboso que es también hogar del ave indiana.
El quetzal es un ave icónica en Guatemala, es símbolo de libertad y espiritualidad desde los tiempos prehispánicos. Está presente en la cultura, la mitología, en la identidad nacional y también en nuestra moneda.
Para los ancestros, era sagrado, sus plumas verdes eran utilizadas por la nobleza y los sacerdotes en prendas ceremoniales. El dios Quetzalcóatl, de la mitología mesoamericana, lleva su nombre por esta ave; se decía que el quetzal representaba el espíritu del bosque y estaba vinculado a la divinidad y el poder.
Edna y su familia tenían la dicha de ver decenas de quetzales al día, pero con el paso de los años, es más complejo avistarlo.
Edna me platicó mucho sobre Rudy, el administrador de Ranchitos, y al conocerlo en persona, confirmé todas las cualidades del joven pajarero. Rudy Botzóc, es bien conocido a nivel local e internacional por su profesión que es nada más y nada menos que: pajarear. Su usuario en redes sociales es Chilero Birding Guatemala, allí publica constantemente fotografías hermosas de las aves que encuentra en su camino. Conversar con Rudy es una situación peculiar, ya que durante la caminata, se comporta como un apasionado y curioso observador, con la misma ilusión que tienen los niños al impresionarse con cosas nuevas. “Mira, ahí está…” exclama a cada momento junto al nombre científico de un ave, me explica con entusiasmo las características y sus ojos están constantemente en movimiento, pegados a los binoculares, es sumamente agradable, elocuente y profesional en lo que hace. La primera vez que vio al quetzal fue en 2018 y desde allí, lo demás es historia, lo conoce casi a la perfección; tanto que es capaz de describirlo y de imitar sus sonidos; sus ojos se tornan brillosos cuando me habla del ave nacional, la admiración y amor por su conservación es perceptible. Mientras estamos en medio de naturaleza, me explica también respecto a las orquídeas que hay en un pequeño orquideareo creado por la familia Álvarez, su conexión con la memoria de don Julio es evidente. Hay respeto y agradecimiento detrás de sus palabras, también admiración por Edna y sus aportes a la conservación.
En la época de la Conquista, surgió la leyenda de que el quetzal no podía vivir en cautiverio, y esta historia influyó en su designación como el ave nacional de Guatemala en 1871. Es verdad, el quetzal deja de comer y volar si se le limita. Mientras observo el cielo y respiro aire del bosque nuboso, una energía inexplicable me inundó, sentí una conexión casi mágica con nuestra historia, pero no fue casualidad, Rudy hizo el momento propicio imitando la vocalización del quetzal, cerré mis ojos y quedé convencida de que uno de mis propósitos de vida, será visitar Ranchitos, una y otra vez hasta que lo vea. Es muy posible ya que en el lugar se siembran constantemente los árboles frutales que el ave busca para su alimentación.
Durante nuestra charla, meses atrás, Edna, quien es arquitecta de profesión, me contó que cuando su padre falleció, ella asumió la responsabilidad de continuar con su legado, hablar de su padre es un momento cargado de nostalgia, de lágrimas, recuerdos y anécdotas maravillosas en Ranchitos del Quetzal. Espacio que ella adecuó con la remodelación de habitaciones y una cómoda cabaña en la que me hospedé, rodeada de ventanas que permiten una experiencia única con la naturaleza.
Encontré durante mi visita, a extranjeros en su mayoría, que me repetían una y otra vez lo hermosa que es Guatemala. Estaban fascinados con la naturaleza, los senderos y la oportunidad de conocer un nacimiento de agua en el lugar. Por supuesto, también iban en búsqueda de nuestro ave nacional.
De los quetzales, sabía poco, hasta la visita en la que me enamoré de su misticismo; los machos tienen una cola que puede medir hasta 90 cm de largo, su cuerpo mide unos 35 cm. Dependiendo de la luz, las plumas del ave pueden verse verdes, azules o doradas, esto por la estructura microscópica que refleja la luz en diferentes ángulos. La pareja de quetzales escoge árboles viejos o en descomposición para hacer sus nidos, perforando cavidades donde depositan sus huevos. Se encuentra en bosques nubosos desde el sur de México hasta Panamá. Lamentablemente, está clasificado como "casi amenazado" debido a la deforestación y la fragmentación de su hábitat.
Los quetzales juegan un papel clave en el ecosistema, ya que al comer frutas y luego excretar las semillas, ayudan a la regeneración de los bosques nubosos donde habitan.
Para su reproducción, la hembra pone 1 o 2 huevos azul pálido y ambos padres se turnan para incubarlos durante unos 18 días. Al nacer, los polluelos son ciegos y sin plumas. Los padres los alimentan con frutas e insectos hasta que desarrollan su plumaje. Después de 3 semanas, los polluelos comienzan a asomarse del nido. A las 5 semanas están listos para volar y dejan el nido. Curiosamente, los machos jóvenes tardan en desarrollar su larga cola, alcanzando su máximo esplendor al tercer año de vida.
En Guatemala, los bosques nubosos que son el hábitat de muchas especies y del quetzal, se encuentran en regiones como: Baja Verapaz, Reserva de la Biosfera Sierra de las Minas, Parque Nacional Laguna Lachuá, Volcán de Atitlán y en la Sierra de los Cuchumatanes.
Como guatemalteca, ni responsabilidad es Informar a más personas sobre la importancia del quetzal y su ecosistema, exponer la relevancia de los bosques, la reforestación y la visita a espacios como Ranchitos del Quetzal para que puedan continuar con esta labor tan útil para nuestra existencia.
El quetzal no pueden vivir sin su bosque, por lo que proteger uno es salvar al otro.
La familia Álvarez, Rudy Botzoc y todo el equipo de Ranchitos del Quetzal, están dejando una huella invaluable con su labor. Un inmenso GRACIAS, en nombre de los bosques, del ave indiana y de los guatemaltecos que debemos aportar para que continúe el libre vuelo de nuestra inigualable, ave nacional.
Toda la información para visitarles, está aquí: https://www.ranchitosdelquetzal.com/
Reserva Natural Ranchitos del Quetzal
Chilero Birding Guatemala
Video, minuto 21: https://youtu.be/3aJXuQvMR0w?si=mvt7e2OJK4KVdzub
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