En aquella época estaba de moda la película “Corazón Valiente” de Mel Gibson. Las calles y avenidas del centro histórico eran aparentemente más caóticas entre ventas y caminantes por todas partes, los automóviles con estilos rectangulares cedían más el paso y es que el corazón de la ciudad era el “centro de los mandados” debido a la variedad de almacenes con amplio surtido y buenos precios. Sin embargo, éramos siete millones de guatemaltecos menos para ese año, 1995. Lo de mayor o menor caos era relativo.
Las radios programaban rock nacional y canciones de propaganda política, para los niños no había mucho qué pensar porque entre la manita azul y el avioncito, este último tenía mayor popularidad.
Transcurrían apenas, las terceras elecciones de la era democrática de Guatemala.
Relatan los registros periodísticos de aquellos días: “Los temores a una abstención masiva en las elecciones generales de Guatemala, se disiparon a media mañana de ayer, cuando la afluencia a las urnas, de donde saldrán elegidos el presidente, los diputados y los alcaldes, duplicaba la participación a esas horas de anteriores convocatorias.”
Durante el 12 de noviembre de 1995 votó el 56.44% de los habitantes empadronados, participaron 19 candidatos presidenciales en la primera vuelta de votación pero ninguno obtuvo más del 50% de los votos y por lo tanto los primeros dos candidatos fueron a la segunda vuelta electoral el domingo 7 de enero de 1996 donde perdió Alfonso Portillo del FRG y ganó Álvaro Arzú Irigoyen del PAN.
Yo tenía casi 6 años ese 12 de noviembre, recuerdo que los buses rojos eran gratuitos, había marimba por todas partes; desperté muy temprano y acompañé a los adultos a sus centros de votación respectivamente. Mi emoción tenía la pureza de la inexperiencia, estaba entusiasmada porque iría también a votar y sabía más por inocencia que por análisis que votaría por: el del avioncito.
Mis padres me dieron ese día el mejor regalo de patriotismo que se le puede dar a un niño al inscribirme en las primeras Elecciones Infantiles que se llevaron a cabo en Guatemala. Empadronarme, marcar mi dedo con tinta, tener la papeleta en mis manos y sentirme parte del proceso político del país, me marcó la vida porque podía opinar, podía inmiscuirme en el almuerzo de esa tarde para hablar de los candidatos y tenia razón para esperar resultados, aunque los de las votaciones infantiles se publicarían al día siguiente. Ese día experimenté que podía aportar a Guatemala y no solo que podía sino que debía hacerlo. Tal experiencia me hacía sentir que estaba practicando para mis responsabilidades de la vida adulta, tal como lo hacían mis padres y hermanos.
Esa elección y la de 1999 serían las únicas que viviría al lado de mi padre, quien falleció unos meses antes de las del 2003, por supuesto que participé también en las infantiles; las de 2007 no las alcancé ya con cédula apenas por unos meses, pero en el 2011, con 21 años, el 11 de septiembre, curiosamente unos días antes del aniversario de fallecimiento de mi papá, me levanté muy temprano para ir a las urnas y al tener frente a mi el crayón, la papeleta real y mi espacio secreto para elegir, reviví aquel 12 de noviembre de 1995. Sentí a mi papá conmigo como el día que me llevó junto a mi mamá, de la mano, a ejercer mi deber ciudadano.
Inevitablemente, mis ojos se humedecen al recordar esto.
Las Elecciones Generales de 2019 tuvieron una participación del 61.84% de los empadronados, en las Elecciones Infantiles votaron más de 200,000 menores de edad. Los adultos somos el reflejo de nuestra crianza durante la infancia; sembrar apatía es cosechar apatía, la misma que es la favorita de la corrupción y de quienes buscan hundir al país por sus mezquinos intereses.
Guatemala, es un territorio en un mapa, somos nosotros quienes la seguimos construyendo o destruyendo con nuestro comportamiento cada día.
Cumpla, estimado lector, su deber ciudadano, la integridad es hacer las cosas bien incluso cuando todo alrededor no lo está y si tiene la oportunidad, marque también la vida de un niño llevandole a las Elecciones Infantiles.
El empadronamiento para niños termina el 16 de junio y todos los detalles están aquí: https://www.eleccionesinfantiles.org/
Estoy de acuerdo, hace unos días en una plática con mi papá, platicábamos lo mal que estamos en Guatemala, en muchos aspectos. Y que el cambio, no lo debemos esperar solo de las autoridades, que hasta la fecha, nos van decepcionando cada vez más; pero en fin, es responsabilidad de cada uno de los guatemaltecos, ir cambiando el destino de nuestro país, que si decimos que lo amamos, entonces que se vea por nuestros hijos y las futuras generaciones.